lunes, 10 de mayo de 2010

Mucho se ha hablado sobre el amor













Poesías, canciones, novelas, películas, filósofos, pensadores, magos, han intentado en la historia definir, controlar, encender o apagar este sentimiento que impacta fuerte en nuestra emotividad.

La antropología lo explica como un recurso evolutivo, una manera de lograr que las parejas permanezcan unidas y así optimizar el desarrollo humano en sociedad y favorecer el cuidado y protección de la descendencia y del núcleo familiar.
La ciencia también ha dedicado tiempo a él, aunque no con la seriedad y profundidad que muchos entienden.
Intentan saber cómo actúa a nivel cerebral, como afecta la salud en general, y hasta han intentado inventar un fármaco para “curarlo”.
Ahora si intentan encontrar el antídoto, deberíamos definirlo como una enfermedad??
Al parecer muchos especialistas creen que si lo es.
El psicólogo clínico inglés Frank Tallis, sacó un libro sobre el tema en el cual asegura que el amor es una forma de enfermedad mental, que es necesaria, y para la que en verdad no tenemos tratamientos ni cura.
Dice: "Como psicólogo clínico, tengo la impresión de encontrar en esto a muchos de mis pacientes y no puede ser definido de otra manera. Se van con diagnósticos oficiales de depresión o disturbios de ansiedad pero son en realidad la específica experiencia del enamoramiento".

El estar enamorado provoca cambios intrínsecos en los pensamientos y conductas de las personas, puede influir en sus valores, motivaciones, límites, proyectos de vida, etc.
Cuando es correspondido y en un marco de felicidad, este estado emocional suele favorecer la experiencia de la vida de quien lo transita.
Suele optimizar a la persona en sus emprendimientos, motivarla, y hasta mantenerla saludable física y mentalmente.

El problema es que en la versión negativa esta alteración emocional puede ser destructiva.
Depresión, bajas en el sistema inmune, stress, angustia, agresividad, falta de disfrute de la vida, obsesiones, cuadros maníacos, enfermedades médicas, y hasta la muerte.
Te invade. La persona cree que no puede vivir sin el ser amado, se condiciona su percepción del mundo que lo rodea y de su propia vida.

En el sexo también impacta, ya no hay dudas que existen, el sexo por sexo, el sexo por amor y una combinación de ambos.

Una experiencia es la pasión, el deseo y excitación que surge por alguien pero con quien no surge la idea de permanencia o convivencia.

Se busca la descarga sexual, el deseo lleva a buscar la intimidad y el placer, pero luego no aparece la necesidad de la permanencia en lo cotidiano con esa persona, o el deseo de la contención afectiva o necesidad del otro para construir el día a día. Este sentimiento puede ser muy fugaz o puede que la química sexual entre 2 personas perdure, pero siempre en ese marco.
Esta manera de vivir el sexo ha sido narrada como más masculina que femenina, pero hoy al ir desterrando tantos mitos machistas que lo condicionaban, ya está cambiando la apreciación y se entiende que las mujeres también pueden establecer, y de hecho lo hacen, este tipo de vínculos desprendido del amor.


Otra experiencia puede ser la "amorosa".

La búsqueda de la intimidad y el sentimiento de cariño, llevan a generar una respuesta erótica pero domina el enamoramiento ante la pasión.
Estas personas pueden o no tener orgasmo, el encuentro puede no ser muy enriquecido desde el punto de vista erótico, pero no importa porque lo que se busca es el contacto es la cercanía con el cuerpo de quien se ama, y esto otorga mas placer que ningún juego erótico.


Y la tercera opción, sería una mezcla de ambas, potenciada al tener una fuerza doblemente impactante, la pasión y el amor.

“Te deseo, me excitas y estimulas mis fantasías sexuales más atrevidas. También me conmueve tenerte cerca, que me tomes la mano y poder dormir cada día junto a ti es mi mayor placer.”


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