sábado, 20 de abril de 2013

¿Por qué los bebes se calman al tomarlos en brazos?


Cuando las madres toman a los bebés en brazos, la mayoría de las veces, se calman al instante. Esto sucede tanto en los seres humanos como en animales como roedores o felinos. ¿Por qué? Fue la pregunta que se hizo un equipo de científicos japonés.

vie abr 19 2013 18:18
Un estudio publicado en la revista Current Biology concluyó que la calma provocada por el sencillo gesto de mecer en brazos a los bebés está vinculado con las regulaciones de su cuerpo a nivel central, motor y cardíaco. 
Al estudiar la respuesta de los bebés, investigadores del Instituto de Ciencias Cerebrales RIKEN en Saitama, Japón, hallaron que sus frecuencias cardíacas se hacían más lentas de inmediato cuando sus madres los mecían en sus brazos.
Utilizando minúsculos electrodos cardíacos, los técnicos hallaron la misma respuesta en los ratones. También detuvieron los sonidos conocidos como llantos ultrasónicos de las crías de ratón. Y cuando ellos mismos los tomaban por la piel de la espalda, suave y rápidamente como hacían sus madres, inmediatamente dejaban de moverse.
"Desde los humanos hasta los ratones, los bebés mamíferos se calman y relajan cuando sus madres los cargan". "Esta respuesta infantil reduce el esfuerzo que la madre siente al llevar al bebé en brazos, y es beneficiosa tanto para la madre como para el bebé", escribió Kumi Kuroda, autor principal del estudio.
"Una comprensión científica de esta respuesta infantil evitará que los padres malinterpreten el reinicio del llanto como la intención del bebé por controlar a los padres, como sugieren algunas teorías de la crianza, como el tipo de estrategia de dejar que el bebé deje de llorar solo", agregó el experto.
"En lugar de eso, se debe interpretar este fenómeno como una consecuencia natural de los sistemas sensoriales y motores del bebé", concluyó.

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lunes, 3 de diciembre de 2012

Filicidio, una especie de suicidio

VIOLENCIA CONTRA LA NIÑEZ

El filicidio es un hecho violento y cruel que atenta contra la integridad de un ser humano indefenso que paradójicamente depende de su agresor para su subsistencia.

El homicidio es el delito que se da cuando una persona atenta contra la vida de otra persona trayendo como consecuencia la muerte de ésta. Se trata del delito más común contra la vida humana y el autor de éste delito se encuentra castigado en todas legislaciones del mundo, con penas privativas de libertad y dependiendo de las causas que lo originaron podrían aplicarse la pena de muerte al homicida, a las que habría que añadir con frecuencia la obligación de reparar el daño moral infligido a los allegados de la víctima.

Al hablar de homicidio, podemos considerar unos subtipos del mismo, los cuales presentan unas características definitorias tales como: el parricidio, que consiste en matar a un ascendiente o al cónyuge; el infanticidio, que es el delito que comete la madre cuando para ocultar su deshonra mata a su hijo recién nacido; y finalmente el filicidio que consiste en la muerte del propio hijo por parte del padre o de la madre del mismo, pudiendo estar fundamentado por distintas razones.

En éste sentido, la palabra filicidio proviene del latín filuis, hijo y caedére, matar y designa la muerte del propio hijo por mano del padre o de la madre. Por ello cuando la madre mata a su hijo, se consideran las circunstancia que determinaron este hecho. Si una madre mata a su bebé recién nacido para ocultar su deshonra, comete un homicidio que se rotula infanticidio; si en cambio, lo hace en otro tiempo y por distinta motivación, incurre en homicidio que se denomina filicidio.

   

El filicidio es un acto que ha estado presente en la historia del ser humano y en toda cultura, muestra de ello lo encontramos en los mitos primitivos, los ritos de iniciación, en el estudio del sacrificio humano y múltiples expresiones de los sistemas sociales, revelando que las matanzas, mutilaciones y mortificación real o simbólica de los hijos en sus más variadas expresiones constituyen prácticas igualmente universales desde los albores de la humanidad.

En los documentos históricos más antiguos, en las leyendas y mitos primitivos se advierte la universalidad del sacrificio filial, para Rascovsky (1967) un psicoanalista argentino estudioso del fenómeno del filicidio afirma que el mismo "coexiste con la iniciación de la mayoría de los procesos mitológicos o religiosos que constituirían el comienzo del proceso sociocultural". Muestra de ello primeramente lo encontramos en el mito griego de Edipo Rey, quien es condenado a morir por sus propios padres; otro mito griego menos conocido pero relacionado con este hecho es el mito de Medea, quien para vengarse de la infidelidad de su esposo mata a su rival y temiendo que el padre intentará vengar la muerte de su hija haciendo daño a sus hijos, ella los mata primero.

Finalmente en algunos países hispanos como México, Colombia y Venezuela, existe un mito muy conocido acerca de una aparición fantasmagórica denominado "La Llorona", una madre de varios hijos que se encontraba agobiada por las discusiones con su esposo motivadas por su infidelidad, en la que un día luego de irse éste de la casa la mujer desesperada golpea a sus hijos para luego incendiar la vivienda, muriendo los niños a causa del incendio. Estos dramáticos acontecimientos hacen que la madre al ver a sus hijos muertos comience a correr para luego caer por un precipicio y morir.



Desde épocas remotas el asesinato de los hijos se ha dado como parte de ritos primitivos, donde se ofrecía la vida de un hijo a un determinado Dios; pasando por modalidades más atenuadas de Filicidio como la mutilación parcial de los genitales (la circuncisión) con pretextos religiosos y la guerra cuya motivación devela que es el homicidio organizado que se hecho lícito, donde Rascovsky (1967) afirma que la guerra es "un sistema para la matanza sacrificial permanente de los hijos" y Bouthoul (cp Rascovsky (1967) plantea que la guerra "constituye un infanticidio diferido"; hasta nuestra época actual donde observamos que existen en la sociedades avanzadas leyes que protegen la integridad de los menores tanto física como psicológica, por lo tanto, las formas de filicidio se han vuelto casi imperceptibles a la sociedad, como lo es el caso de niños maltratados o abandonados por sus propios padres.

En efecto, los castigos corporales, los maltratos psicológicos, el abandono o la mutilación se encuentra en todas partes del mundo. La conducta destructiva de los padres aparece entonces en un amplio espectro que varia desde el rechazo o desconsideración, hasta actitudes directas que alcanzan la matanza del niño. De esta manera no existe nada más socialmente rechazado y castigado que el filicidio tanto en sus formas violentas como atenuadas. 

Entre los factores psicológicos relacionados con el filicidio podemos observar que el mismo está correlacionado con la maternidad vivida en condiciones de opresión por parte del cónyuge y de condiciones socioeconómicas bajas presentándose un estado psicológico alterado que conlleva al asesinato de su propio hijo. 

Este tipo de crímenes que se realiza de manera violenta y de un modo inesperado para las demás personas termina en la mayoría de los casos con el suicidio del autor. La sorpresa del observador se presenta porque "la filicida" en general no es conocida como una persona agresiva; es trabajadora, adaptada, y no concuerda con la imagen estereotipada de una homicida.

Por otro lado, también hay mujeres que matan a sus hijos en homicidios sustitutivos: en vez de matar, por ejemplo al cónyuge, matan al hijo; mágicamente por asociación o parecido, por transferencia, el hijo recuerda al objeto de su odio.




Condiciones que podrían afectar las relaciones de un progenitor con su hijo; llevándolo a agredir a su hijo hasta matarlo:

1- Factores de personalidad

El hecho de que un individuo manifieste problemas de tipo psiquiátrico, afectará todos los aspectos de su vida, incluyendo el papel parental. Dentro de los casos más extremos encontramos mujeres que padecen enfermedades mentales, como la esquizofrenia que puede invalidar la capacidad de contacto con los demás y probablemente distorsionará la relación con el hijo.

La depresión puede ser también incapacitante en este sentido, pero en menor grado que los cuadros psicóticos que asumen formas más severas y permanentes. También los estado de angustia en ocasiones es posible contenerlos dentro de límites suficientes para que no influyan en la relación con el niño, de tal modo que el progenitor, por enfermo que esté, pueda seguir funcionando con normalidad como tal.

La insensibilidad es quizá el mayor obstáculo para el desarrollo del niño, ya que es probable que el progenitor esté más centrado en sus propios deseos y necesidades que en sus hijos. El progenitor egocéntrico  pudiera tener una visión deformada de las capacidades del niño e intentar, de un modo rígido y autoritario, forzar al niño dentro de un molde que no se le ajusta.

2- Condiciones ambientales

En la actualidad está por sobreentendido que la pobreza extrema, las deficientes condiciones de vivienda, el desempleo, la mala nutrición, la salud deficiente, son algunos factores que ocasionan estrés y ansiedad, estos factores (muy presentes en nuestras sociedades Latinoamericanas) pueden perjudicar la conducta materna en el trato a sus hijos.

3- Influencias hormonales

Los cambios hormonales en la mujer (menstruación, embarazo, parto, menopausia, etc.), pueden acarrear consecuencias trágicas para la vida del hijo. Estas crisis podrían influir en algunas mujeres, para la realización de hechos delictivos, se hacen proclives al hurto, tienden a la agresión a las personas, y surge en esa situación un estado de irritabilidad. Específicamente el embarazo o el parto pueden desencadenar una psicosis durmiente y crea deseos y repulsiones singulares e insólitas que podrían influenciar en el hecho de un filicidio.

4- Privaciones afectivas durante la infancia

Una explicación más probable del desarrollo del ser madre es la de que procede de la propia infancia de la madre, es decir, el amor se desarrolla precozmente en la vida, sobre una base de reciprocidad, en la que la experiencia de ser amado por los propios padres fomenta la capacidad de amar en el niño, permitiéndole responder con el mismo sentimiento y, más adelante, transferirlo a otras personas. El hecho de ser amado le permite estar dispuesto para amar, y de no tener esta experiencia, su capacidad se atrofiaría.

En referencia a éste punto Schaffer (1985) afirma que: según datos sociológicos las madres que han sufrido privación de afecto materno están más condicionadas a tener hijos que sufran esta misma privación, debido a que el ser madre no es un instinto, en el sentido de una pauta de comportamiento hereditariamente determinada y que se manifestaría ciega y automáticamente sin que influyan sobre las circunstancias. Mas bien se trata de una serie de capacidades y sentimientos que, aunque están basados en la propensión inherente de la madre a interactuar con los demás, se manifestara tan solo en determinadas condiciones sociales. (p.151)

5- Conocimiento e ignorancia

Se ha argumentado con frecuencia que las deficiencias en cuanto a ser madre son debidas, al menos en parte, a la ignorancia. El aislamiento con respecto al núcleo familiar ha sido considerado como el responsable de que las madres no hayan tenido la oportunidad de aprender de sus propias madres y de otras mujeres experimentadas en este sentido, dentro de la sociedad.

En la actualidad, el ritmo de vida materialista-consumista provoca el abandono en manos de otras personas encargadas del bienestar y desarrollo del niño, como lo son el caso de los hogares maternales y preescolares.

  

Tipos de filicidio, segun motivos y  estados mentales del padre o de la madre que comete el asesinato. En este sentido, Resnick (1969 cp Mckee y Shea, 1998) plantea:

Filicidio altruístico, el motivo aparente de este tipo de Filicidio es el alivio de un sufrimiento de una condición aparente o imaginaria del niño y luego del suicidio del padre o de la madre.

Filicidio psicótico, la madre o el padre asesina al niño debido a la influencia de una severa enfermedad mental.

Filicidio del niño no deseado, el asesinato ocurre debido a la no querencia del niño por parte de la madre y esto no se explica a través de enfermedades mentales severas, sino debido a una paternidad incierta o proveniente de forma ilegitima, conocido también como neonaticidio.

Filicidio accidental, la muerte del niño por parte de sus padres no es intencionada, sino es debido a múltiples maltratos y abuso infantil.

Filicidio vengativo, el asesinato del niño ocurre porque el padre homicida transfiere el odio que siente hacia el otro padre al hijo, matándolo; estos son los casos donde la infidelidad es en la mayoría de los casos la razón de las muertes de los infantes.

En conclusión, el filicidio es un hecho violento y un enemigo silencioso, en el sentido de que en nuestro país los organismos encargados de suministrar los datos estadísticos en cuanto al porcentaje de muertes de menores por parte de sus padres y en espacial por parte de su madre, reportan que es un delito sumamente difícil de detectar debido a que la mayoría de estos crímenes son realizados dentro del hogar y son reportados como abortos o accidentes domésticos, los cuales NO son denunciados ante las autoridades competentes.


Es por lo tanto necesario realizar mayores investigaciones en el área con la finalidad de realizar programas no sólo de atención y tratamiento al niño víctima de maltratos tanto físicos y psicológicos, abuso sexual y abandonos, sino programas de detención y prevención temprana tanto para los niños como de los propios padres.


Bibliografía
Mckee, G., Shea, S. (1998) Maternal Filicide: Across National Comparison Journal of Clinical Pshycology 54 (5), 679-687.
Rascovsky, A. (1967) El Filicidio Buenos Aires: Orion.
Schaffer, R. (1985) Ser Madre Madrid: Morata.

domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Cuál será el grupo sanguíneo de mi bebé?

El tipo de sangre que tenga el bebé dependerá de la información genética que herede de sus padres y, a menudo, puede resultar inesperado y sorprendente


A, B, AB, 0... El grupo sanguíneo de un bebé puede resultar sorprendente -incluso, inquietante- para los padres que desconocen o han olvidado los fundamentos de la genética. Es normal. Cuando el grupo de la madre es "A" y el del padre es "B", la lógica lleva a pensar que el niño pertenecerá a uno de estos grupos o, a lo sumo, a la combinación de los dos: "AB". Más difícil es imaginar que el bebé será "0", aunque es posible, e incluso, muchas veces sucede. Del mismo modo, también puede ocurrir que su Rh sea negativo, cuando el de ambos padres es positivo. Pero, ¿cómo puede ser? ¿Cómo se explica que una pareja cuyos miembros son A Rh+ conciba un hijo 0 Rh-? Y más todavía, ¿cómo es posible que haya hermanos con grupos sanguíneos diferentes entre sí?


Entender cómo funciona el grupo sanguíneo
Para entender estas cuestiones y evitar sobresaltos, hace falta repasar algunas leyes genéticas que, además de ser muy simples, obedecen a la lógica (aunque al principio parezca que no).
  • Lo primero que se debe tener en cuenta es que, en cada rasgo de nuestro organismo (como el color de los ojos, el color del pelo o la altura) siempre intervienen dos genes: uno procedente de la madre y el otro, del padre.
  • Lo siguiente es saber que esos genes pueden ser dominantes o recesivos, es decir, algunos tienen más "peso" o posibilidades de manifestarse que otros. El color de los ojos es un buen ejemplo de ello, porque se puede apreciar con facilidad. Si uno de los progenitores tiene los ojos claros y el otro oscuros, probablemente, el bebé los tendrá también oscuros. Sin embargo, en su información genética quedará "oculto" el gen de los ojos claros. Cuando ese niño crezca, sea adulto y forme una familia, sus hijos podrán tener ojos claros si su pareja también los tiene.
  • En el caso de la sangre ocurre igual, aunque no se aprecie a simple vista. Los genes "A" y "B" son dominantes y el gen "0" es recesivo, ya que indica ausencia de "A" y de "B". De esta manera:
    • Una persona "AB" tiene un gen "A" y otro "B".
    • Una persona "A" puede ser "AA" o "A0", pero siempre prevalecerá el gen "A" porque el "0", recesivo, no se manifiesta.
    • Una persona "B" puede ser "BB" o "B0", pero al igual que en el caso anterior, el gen "0" quedará solapado.
    • Entonces, una persona "0" tiene ambos genes "0" porque, si tuviera uno solo, no se manifestaría.
  • De este modo, cuando un padre "A" tiene los genes "A0", y una madre "B" tiene los genes "B0", sus hijos tienen tantas posibilidades de ser "A" como "B", "AB" o "0".
  • ¿Y en el caso del Rh? Es similar. Una persona con Rh negativo es necesariamente "- -", pero quien tiene positivo puede ser "+ +" o "+ -". Esto explica que unos padres con factor Rh+ puedan tener un bebé con Rh-. De hecho, cuando hay dos progenitores positivos "+ -", uno de cada cuatro hijos que tengan será negativo, "- -". Por esta razón, y por las combinaciones explicadas antes, a menudo sucede que el grupo sanguíneo no es el mismo entre hermanos.


Combinaciones que determinan el grupo sanguíneo

Pero entonces, ¿cuál será el grupo sanguíneo del bebé? Unas tablas muy sencillas ayudan a visualizar con claridad las posibles combinaciones.


El grupo sanguíneo:
MadrePadreHijo
Grupo ABGrupo 0Grupo A o B
Grupo AGrupo A, B o AB
Grupo BGrupo B o AB
Grupo ABGrupo A, B o AB
Grupo AGrupo 0Grupo 0 o A
Grupo AGrupo A o 0
Grupo BGrupo A, B, AB o 0
Grupo ABGrupo A, B o AB
Grupo BGrupo 0Grupo 0 o B
Grupo AGrupo 0, A, B o AB
Grupo BGrupo B o 0
Grupo ABGrupo A, B o AB
Grupo 0Grupo 0Grupo 0
Grupo AGrupo A o 0
Grupo BGrupo B o 0
Grupo ABGrupo A o B
El factor Rh:
MadrePadreHijo
Rh -Rh -Rh -
Rh + (+ +)Rh +
Rh + (+ -)Rh + / Rh -
Rh + (+ +)Rh -Rh +
Rh + (+ +)Rh +
Rh + (+ -)Rh + / Rh -
Rh + (+ -)Rh -Rh + / Rh -
Rh + (+ +)Rh +
Rh + (+ -)Rh + / Rh -
Datos de  LAURA CAORSI 

domingo, 4 de diciembre de 2011

"Mamá quiero, comprame, dale"

Educar hijos en el consumo inteligente 
La educación del consumidor comienza en la casa  
La actitud de padres influye en cómo valoran los hijos 

Cuentan de una madre que trataba de inculcar en sus hijos no quejarse cuando para postre solo había naranjas: "Por lo menos demos gracias de que tenemos naranjas". Y así con otros criterios de austeridad. Un día cuando se disponía a poner en funcionamiento el lavarropas se dio cuenta de la falta de jabón en polvo. Lo primero que se le escapó fue una queja. El hijo de cuatro años le alcanzó del baño la pastilla de jabón de tocador: "Mami, da gracias de que por lo menos tenemos este jaboncito".

En épocas de crisis financiera, mucho se habla de inflación, suba de precios, derechos del consumidor, pero ¿nos hemos planteado educar a los hijos para el consumo inteligente? ¿Quién duda de que la más acertada educación del consumidor empieza en casa?

Si una hija exige ropa de marca o usa algo y lo desecha a la segunda puesta; si un niño pide para su fiesta de cumpleaños una torta cara e hipersofisticada; si cuando salimos de casa nos preguntan indefectiblemente "¿qué vas a traerme?", puede ser el momento de plantearnos cómo hemos enseñado a nuestros hijos a gastar y qué criterios les trasmitimos acerca del uso del dinero y de las cosas materiales.

La actitud de los padres en este aspecto condiciona en gran medida el valor que los hijos de todas las edades dan al dinero, al gasto y al ahorro. Qué valoramos y cómo gastamos, los comentarios que hacemos respecto a estos temas tienen una influencia incuestionable en los hijos.

¿Podemos reaccionar ante el consumismo del ambiente o tenemos que resignarnos? Hay padres que a este respecto reflejan actitudes esperanzadas más próximas a una sana filosofía de la austeridad. Consideran que es posible contrarrestarlo por ser negativo para sus hijos al tornarlos caprichosos y dependientes, incapaces de discernir entre lo superfluo y lo imprescindible.

Podemos educar para un consumo sensato, intentando nosotros ser más austeros en el consumo del agua y la luz, evitando que en casa se tiren cosas a medio usar, limitando caprichos sin ceder al chantaje afectivo. Podemos enseñar a administrar el dinero comprando solo lo necesario y suprimiendo lo superfluo como por ejemplo, comer lo que hay sin antojos momentáneos.

A veces tachamos a los adolescentes de light, de que van por la vida usando y tirando, llamándose por el celular incesantemente. ¿No será reflejo del estilo de vida de los adultos?

¿Los chicos nos ven con frecuencia leer, escuchar antes de hablar o hacer con detenimiento algún tipo de labor manual o artística?

Somos los padres quienes, de cara al verano y la época de los regalos navideños, debemos convencernos que el consumismo no aporta nada al crecimiento personal: es un estilo de vida insano e impide el disfrute de tantas cosas sencillas que ofrece la vida.


Deserción escolar.

Un informe de Cepal señala que la mayor deserción escolar en Uruguay se produce en la secundaria. Adjudica como responsables a establecimientos educativos y al entorno familiar. Sugiere como plan de fortalecimiento un mayor acercamiento de la familia al centro educativo.

El niño hiperactivo.

Actualmente se sabe que la hiperactividad suele ir acompañada de déficit de atención. Si es bien tratado durante el tiempo necesario, el exceso de actividad motora, puede desparecer, mientras que el déficit de atención suele ser más persistente.

El País Digital - Ana María Abel

viernes, 2 de diciembre de 2011

Qué hacer cuando los niños se portan mal

En lugar de recurrir a castigos, conviene proponer alternativas ante los malos actos y recompensas ante los buenos
Por AZUCENA GARCÍA 



- Imagen: mdanys -
Asunto crucial para todos los padres: ¿cómo actuar cuando los hijos se portan mal? ¿Qué hacer para que mejoren su conducta? Las respuestas a estas preguntas pueden hallarse al final de un largo camino, pero hay algunos conceptos básicos que conviene tener a mano. El principal, saber que la clave está, como en tantos otros aspectos, en el equilibrio: no caer en el exceso de permisividad, que deriva en pequeños egoístas desacostumbrados a recibir un "no", ni en el autoritarismo castigador, que puede lesionar su autoestima y hacerles creer que sus padres no les quieren.

Marcar normas de comportamiento desde el principio
El comportamiento de un niño se considera "malo" cuando, por defecto o por exceso, no se adapta a lo que se entiende como "normal". Los pequeños adquieren pautas de conducta a medida que crecen, en función de lo que ven y de su propia experiencia, es decir, de las respuestas que obtienen sus propios actos. Por eso es fundamental dar señales claras en los primeros años de vida.
Los padres tienen que cortar el problema de raíz y marcar unas normas desde que los hijos tienen menos de cuatro años
En palabras de Jordi Sasot, médico especialista en pediatría y psiquiatría infanto-juvenil y coordinador de la Unidad de Padiopsiquiatría de la Clínica Teknon de Barcelona, ante la pregunta de qué hacer cuando los niños se portan mal, la respuesta está clara: "Los padres tienen que cortar el problema de raíz y marcar unas normas desde que los hijos son pequeños, menores de cuatro años, y en pequeñas cosas".
"Cada problema -especifica Sasot- debe ser estudiado de manera individual para descubrir su origen, que puede ser educativo, con problemas de comportamiento, o biológico, con trastornos de conducta". En el segundo caso, relacionado con cerca del 40% de los niños hiperactivos, cabe la posibilidad de que el pequeño necesite tratamiento farmacológico porque su mala conducta responde a condicionantes con los que ha nacido.
Sin embargo, las causas del problema no siempre están fuera de la relación entre padres e hijos. En el caso de los "falsos niños con trastornos", los problemas de comportamiento tienen su origen en la sobreprotección de los padres, que solucionan los problemas que el niño tiene que resolver por sí mismo. "Si a los niños menores de tres años les dan de comer los padres, les permiten ir a la cama cuando quieren y les resuelven todos los problemas, no se les educa en la capacidad de frustración y los niños no toleran un 'no'. Este no es el camino correcto", apunta Sasot.

Disputas de poder
Los niños desafían a sus padres cuando no sienten satisfechas sus necesidades y buscan poder. Así lo asegura la pedagoga Elena Roger, quien explica el proceso de estas disputas: "Los padres repiten, recuerdan lo que deben hacer sus hijos, pero con resultados negativos. Luego negocian, razonan y sermonean sin éxito. Cuanto más repiten, más se enfadan, hasta acabar en gritos y amenazas, incluso en insultos y bofetadas. Cuando ya no pueden más, explotan diciendo cosas de las que luego se arrepentirán e infringiendo castigos desproporcionados que nada consiguen mejorar". Con el tiempo, estas rutinas pueden convertirse en patrones destructivos de comunicación, relación familiar y resolución de problemas, "en hábitos familiares que se consideran como la manera normal de convivir en casa".
Los castigos son solo una solución momentánea e inducen un aumento de la agresividad de los niños
Los castigos son contraproducentes en muchos sentidos. Primero, porque son solo una solución momentánea. Cuando el castigo cesa, el niño repite la conducta, perfecciona las travesuras y pierde sensibilidad ante las penalidades. Por otro lado, muchos padres, al notar que el castigo surte efecto en el momento en que lo aplican, tienden a castigar cada vez más y con mayor energía, lo cual los enreda en un círculo vicioso en el que todos pierden. Además, los castigos inducen un aumento de la agresividad de los niños, puesto que el modelo que se les inculca es: cuando estamos enfadados con alguien, es bueno ir contra él. En este mismo sentido, los castigos morales (hacerles sentir culpa) pueden hacer tanto o más daño que los físicos.
"Los hijos a veces nos ponen a prueba para mostrarnos que ellos han cambiado y que las normas, por lo tanto, también han de cambiar -agrega Elena Roger-. Nos desafían continuamente, nos provocan y muchos de ellos nos manipulan hasta llevarnos a su terreno. Entonces, ganan la batalla".

Sanciones, recompensas y alternativas
Lo adecuado es que, en vez de castigos, se apliquen técnicas de sanción con las que el niño advierta las consecuencias de sus actos y de las que solo él será protagonista. Si no hace caso a las normas, deberá aprender por sí mismo a resolver los problemas porque nadie los resolverá por él. Si no quiere comer, no se le ofrecerá otra comida hasta que no termine el primer plato servido. Y si no quiere ir a dormir a la hora que marcan los padres, él elegirá la hora, pero al día siguiente deberá levantarse para ir al colegio o hacer sus tareas como si se hubiera acostado temprano.
El objetivo de los padres es que sus hijos aprendan nuevas pautas de comportamiento para que, a largo plazo, varíen su conducta. Por este motivo, hay que buscar técnicas que consigan efectos duraderos, no momentáneos. "Las políticas de recompensa son las técnicas que nos van a servir para este objetivo de conseguir efectos estables", asegura Joan Romeu i Bes, especialista en neurología y psiquiatría de la Clínica Quirón y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Estas políticas se basan en el hecho de que las personas tendemos a realizar las cosas en las que hallamos un beneficio y evitar las que suponen un esfuerzo o una dificultad que no se recompensará. Cuando se habla de beneficio, no hay que pensar solo en bienes materiales. Romeu afirma que "las recompensas más eficaces son las más inmateriales: el elogio, la atención, el afecto y la compañía".
También se debe tener en cuenta no recompensarlo todo, "como a delfines de acuario". Es mucho mejor hacerlo de vez en cuando, para que el niño no pueda predecir cuándo se le premiará. En este caso, el premio ha de llegar en el mismo momento de la acción que se quiere premiar, porque de lo contrario, hay riesgo de que el niño no lo identifique.
Por último, en el caso de niños muy conflictivos en quienes sea muy difícil detectar conductas que compensar, la recomendación de los especialistas es conversar con los pequeños para informarles de lo poco apropiado que ha sido su comportamiento hasta ese momento y transmitirles conductas alternativas. Es decir: sin exaltarse ni gritar, los padres han de inculcarles nuevas prácticas. Con esta estrategia, además, se estrecharán los lazos entre padres e hijos.