sábado, 25 de septiembre de 2010

China: 30 años de la política del hijo único

El 25 de septiembre de 1980 el Partido Comunista Chino difundió una carta abierta al pueblo exhortándolo a tener un solo hijo por familia.
A 30 años de este puntapié inicial, el gobierno calcula que la política limitó en unas 400 millones de personas la población total del país, que hoy suma 1300 millones.
Si se tiene en cuenta que la primera cifra equivale a más de la mitad de la población de América Latina, su repercusión económica y social resulta obvia.
Pero muchos críticos cuestionan la efectividad real del programa, su impacto psicosocial (sociedad de hijos únicos) y hasta ponen en duda que sea beneficioso desde el punto de vista económico.
Y a pesar de que el gobierno ha negado todo cambio de política, ha montado distintas experiencias piloto de flexibilización de esa medida de planificación familiar.
El profesor Ye Tingfang, de la influyente Academia de Ciencias Sociales de China, y autor de una propuesta de reforma presentada ante el congreso del Partido Comunista en 2007, le dijo a BBC Mundo que la reforma es inevitable:
"No es una política acertada porque considera sólo el riesgo de la sobrepoblación sin tomar en cuenta el impacto social, y es cuestionable que sea económicamente beneficiosa", afirmó Ye Tingfang.

Una pareja, un hijo

Las políticas de planificación familiar florecieron en todo Asia como herramienta económica después de la segunda guerra mundial, pero tenían como techo un máximo de dos hijos.
En China fue - paradójicamente - el gobierno "liberalizador" de Deng Xiao Ping el que se lanzó la política del "hijo único", la más estricta de la región.
Esta política se basa en fuertes incentivos para las parejas que tienen un hijo y duras sanciones económico-sociales para los que tienen más, así como para los gobiernos locales que no cumplan con los porcentajes exigidos por zona.
Las familias que tienen más de un hijo pagan una multa anual basada en un porcentaje del ingreso de los padres y se tienen que hacer cargo de la educación del niño y los servicios de salud de toda la familia, además de sufrir el estigma y la posible discriminación para otros beneficios sociales.
A pesar de esto, la tasa de fertilidad china es de 1,8 por pareja. Es decir, está más cerca de los dos hijos que del hijo único, en gran parte debido a las excepciones de esta política, en parte debido a la creciente afluencia que permite a muchas parejas hacerse cargo del costo adicional.
Esta tasa está por encima de un país como Alemania (1,4), pero por debajo de Estados Unidos (2,2) y la mayoría de los países latinoamericanos, con la excepción de Cuba.
Según algunos críticos, este porcentaje prueba que la política del hijo único no cumple con su objetivo demográfico.
Pero la mayoría de las críticas se centran en el impacto social y en su aspecto coercitivo, al que muchos califican una violación de los derechos humanos.

El pequeño emperador

A 30 años del inicio de la política, sus primeros hijos están convirtiéndose en padres y enfrentando un doble problema: están a cargo de sus padres y de sus hijos.
En 2009 había casi 170 millones de mayores de 60 años. En Shanghai hoy un 20 por ciento de la población supera esa edad.
Con un estado que ha disminuido mucho sus prestaciones sociales y con una creciente longevidad, el problema se está convirtiendo en acuciante.
Entre otras cosas porque nadie está peor preparado para asumir ese papel que los hijos únicos.
"Estos niños tienen una tendencia a ser muy egoístas y muy poco independientes", señala Ye Tingfang.
Los mismos medios han encontrado un sobrenombre a esta legión de niños sin hermanos: "el pequeño emperador"
Entre las anécdotas que circulan en la sociedad china está la de padres que se mudan cerca de la universidad en que estudia su hijo para cocinarle.

BBC mundo

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